martes, 31 de mayo de 2011

VASIJAS DE BARRO

En una lejana comarca había un aguador que tenía dos vasijas grandes, siempre las colgaban de los dos extremos de un palo y las sostenía sobre sus hombros. Pero una de las vasijas tenía algo en particular; una de ellas tenia una rajadura; mientras la otra estaba en perfectas condiciones. 

Esta última siempre llegaba llena de agua, mientras que la rota solo llegaba medio llena. Eso ocurrió día tras día durante dos años. El pobre criado nunca llegaba con la vasija llena a la casa de su amo. Desde luego, la vasija que estaba en perfectas condiciones se sentía orgullosa de sus logros, contenta porque cumplía a cabalidad con su razón de ser. En cambio, la vasija defectuosa se sentía avergonzada por su imperfección, deprimida por no poder llegar sino a la mitad del objetivo para el que había sido creada.

Al cabo de esos dos años en que se había considerado un rotundo fracaso, la vasija imperfecta, al llegar a la orilla del arroyo, le dijo al criado:

—¡Qué vergüenza la mía! ¡Cuánto lo siento!

—¿Y eso por qué? —le preguntó el criado—. ¿Por qué te sientes avergonzada?

—Porque durante estos dos años no he podido llegar con más de media porción de agua por culpa de esta rajadura, es todo un problema, me obliga a derramar la mitad a la orilla del camino. Por mi culpa no puedes aprovechar plenamente cada viaje.

El criado se compadeció de la vasija rota, y con ternura le dijo:

—De regreso a la casa del amo, quiero que te fijes en las hermosas plantas de lindas flores que están creciendo a la orilla del camino.

Mientras subían la cuesta, la triste vasija se dio cuenta de que el sol brillaba sobre las flores silvestres a la orilla del camino, y esto sirvió para animarla un poco. pero al fin del camino volvió a sentirse mal por haber derramado la mitad del agua que llevaba...

—le preguntó el criado—

—¿No te diste cuenta de lo  ha ocurrido?, sólo ahí flores en el lado del camino que te corresponde a ti. El otro lado esta vació y desnudo. 
Yo siempre he estado consciente de tu defecto, pero he ido sacándole provecho. Por el lado tuyo del camino sembré semillas de plantas que dan hermosas flores, y todos los días al volver del arroyo, tú las has ido regando. Si no hubiera sido porque eres exactamente como eres, Yo no podría  recoger hermosas flores y poder disfrutar de la belleza y hermoso perfume.

Sabemos que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros, y a pesar de que pensemos que estamos rotos, o algo defectuosos, en las manos de Dios nuestros "defectos" serán perfeccionados.  

"Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad.» Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo.

2 Corintios 12:9 NVI.

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